viernes, 27 de mayo de 2011

La Profe de Ingles

Cuando cursaba el 5° año de la secundaria, mi viejo me tenia loco con que estudiara ingles, porque todo se iba a manejar hablando Ingles (y cuanta razón tenia), para eso me anotó en una de las academias mas renombradas de Buenos Aires (todavía existe), para que tomara clases individuales.
Comencé con las clases, después del horario del colegio, me rompía tremendamente la bolas estar rigurosamente a la 19 hs y hasta las 20,30 horas, lo único interesante era una ayudante que tenia la teacher, Tonnya, era una Inglesa, de 24 años delgadita, lindas formas, morocha, mas bien menudita, lindos ojos, y muy dulce.
Cabe destacar que la teacher era una vieja mas amarga que pedo de perro, con Tonnya trabajábamos la pronunciación, yo no paraba de mirarle los labios y me hacia la película (siempre fui, es mas sigo siendo un tipo muy enamoradizo), cuando me enseñaba la pronunciación, sacaba lentamente la lenguita y la mordía levemente con los dientes, mis ratones me rompían el coco, será por eso que nuca aprendí un carajo.
Ya llevábamos varios meses, de estudio, y habíamos hecho una pequeña amistad, la Teacher se tomo unas vacaciones, y durante ese mes me quedaba solo con Tonnya, ese mes no estudiamos un pito, nos pasamos hablando de nuestras cosas personales.
Una noche, hubo un gran corte de luz, y se armo un quilombo de aquellos, Tonnya me pregunta si me animo a acompañarla hasta la casa, porque tenía miedo de andar sola por la calle, obviamente accedí inmediatamente.
Tonnya vivía en un departamento que alquilaba a dos cuadras de Plaza San Martín, creo que en la calle San Martín, o 25 de Mayo, no recuerdo bien, estaba en Buenos Aires desde hacia dos años, para perfeccionar el Español y poder conseguir el traductorado en su país.
Caminamos bastante hasta llegar al edificio, una vez en la puerta me pidió por favor que la acompañe hasta el departamento, porque la oscuridad le causaba mucho miedo, subimos las escaleras cuatro pisos, y cuando abrió la puerta me invitó a pasar, una vez adentro cerró la puerta me pido que la acompañara a ver si todo estaba en orden, y con una vela en la mano recorrimos las 2 únicas habitaciones y la cocina.
En un determinado momento le digo que me voy, entonces me toma de los hombros, me da la gracias y me da un beso muy suave sobre los labios, no se imaginan, yo que me hacia el bocho mirando esos labios mientras me enseñaba la pronunciación, y ahora rozaban los míos, por un momento no supe que hacer, pero inmediatamente volví a acercarle la boca y comencé a besarla mas profundamente, ella respondió abiertamente, nos tocamos por todos lados, Tonnya sabia lo que quería, yo no estaba seguro de hasta donde podía llegar.
Le pase la mano debajo del pulóver hasta los pechos, calentitos, con el pezón durito, nos besamos a matarnos, le saque el sweater, le levante el corpiño, comencé a pasarle mi lengua sobre lo pezones, Tonnya seguía adelante sin oponer resistencia alguna, es mas avanzaba siempre ella, me comienza a tocar al amigo, que en ese momento estaba mas duro que que el acero, me desabrocho el pantalón, ella lo acaricia con absoluta suavidad, me animo a meter una mano dentro de la bombachita, allí descubro su almeja totalmente empapada, en un segundo estamos los dos semi en bolas, me atrevo a querer penetrarla esperando una reacción negativa de su parte, error, me ayudo a ponerla, que perra no se imaginan la calentura que tenia se movía como un víbora, me apretaba abrazándome y me mordía los labios, quisiera ser objetivo y no exagerar, pero creo hoy, con la experiencia que tengo que acabo tres veces en menos de quince minutos.
Ya exhaustos, nos quedamos sentados en un sillón, y en la penumbra estuvimos varios minutos mirándonos, y sin mediar una sola palabra, de repente Tonnya comenzó a reírse, se agarraba la cabeza, y hablaba en ingles, es el día de hoy que no se que dijo, como se reía la abrase y comenzó la franela nuevamente, lo que sigue no hay palabras para contarlo, me quede en lo de Tonnya hasta el otro día, por suerte los teléfonos funcionaban y pude avisar a mi viejo que me quedaba en la casa de un amigo.
Con Tonnya fue todo así vertiginoso, apasionado, no duro mas de 6 meses, cuando volvió a Inglaterra me quería morir, en Ezeiza lloramos como tontos hasta que embarcó, me acompaño “El Gallego”, un amigo que lo conozco desde los 3 años, encima nos vinimos en colectivo desde Ezeiza.
De Tonnya no voy a escribir mas nada, nunca la voy a olvidar.

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