viernes, 27 de mayo de 2011

Otra para tener en cuenta

Algunos saben que yo trabajo en una multinacional que es líder en su segmento en el mercado local. Como en otras empresas de este tipo, algunos de nuestros directores son enviados desde la casa matriz, ubicada en un país del próspero hemisferio norte, donde las tarifas de las escorts son estratosféricas y cuyos valores no siempre guardan una relación deseable de costo-performance. Quiero decir que pagan cifras exorbitantes por minas que no lo valen en absoluto.

Hecha esta introducción, diremos que, el protagonista de nuestra historia, a quien de aquí en más llamaremos "el director", fue transferido desde su país natal a estas pampas, dejando a su mujer y familia detrás, e instalado en un coqueto y cómodo piso de la Recoleta. Cobra su sueldo en su país, mientras aquí recibe unas asignaciones para cubrir sus gastos personales, además de auto y chofer a cargo de la empresa. El cambio de la divisa de su país de origen, lo favorece ampliamente, como así también el costo de vida, que es una fracción de lo que pagaba allá.

Como habrán sospechado, en su presupuesto de gastos, el de las trolas es un rubro importante. Pero, el director puede darse esos lujos ya que para él, nuestras escorts son, como para cualquiera en su condición, una verdadera ganga.

Dadas estas condiciones, y transcurrido un período prudencial de acostumbramiento donde primó la cordura y la tranquilidad, no es de asombrar que las noches de parranda del director se hayan vuelto algo excesivas y convertido en tema de comentario dentro de la empresa.

Hace un mes y medio, en medio de la psicosis de la gripe porcina, recibí una llamada del director en mi celular, quien me dijo con voz misteriosamente baja, que tenía algo "privado" que comentarme; luego de dudar un poco, cambió de tono -En este momento debo atender otra llamada, lo llamo luego.
A las horas llamó nuevamente -Sabe usted, que... ejem- carraspeó- que la semana pasada, viajé a la filial de Sao Paulo. La primera noche, la gente de allá, para agasajarme, luego de la cena me llevó a un lugar de esos, comprende usted ¿no es cierto? donde conocí a una muy bella, pero también muy pulcra, realmente muy pulcra mulata. No lo quiero demorar a usted con rodeos, pagué e hicimos lo que se hace en esos casos. Y resulta que de regreso, he advertido que no lo fue sin consecuencias.
-¿Qué consecuencias? -inquirí.
-Verá usted, perdone el lenguaje tan crudo, pero no conozco otra forma de expresarlo, en la base de la cabeza del pene, justo en el pliegue del prepucio, se me junta una especie de pus, no se como explicarlo. Siento picazón y recientemente se me ha vuelto doloroso. ¿Qué me recomiendaría usted? Es la primera vez que me ocurre esto. Estoy en un país extraño, no conozco sus costumbres ni su cultura. Apenas balbuceo unas palabras en castellano -noté a esta altura cierta turbación en su voz.
-No se preocupe, puede confiar en que manejaré esto con absoluta confidencialidad. Yo personalmente le reservaré un turno con un urólogo, no creo que sea conveniente recurrir a su secretaria. A propósito, creo haberle comentado que, tanto Brasil como Argentina, están al tope de las estadísticas de enfermedades de transmisión sexual de la región. Perdóneme que sea directo, pero ¿usó preservativo?
-Sólo tuve sexo oral, no creí necesario...
-¿Ella a usted o también usted a ella?
-Ella me lo hizo a mí.

El profesional diagnosticó una micosis, o sea una infección debida a hongos. De la consulta se fue con la receta de un comprimido, de una sola toma, luego de la cual la lesión sanó por completo, y el director pudo volver a sus correrías nocturnas.

A las semanas, recibo otro llamado.
-Disculpe que lo moleste nuevamente... -Puta que lo parió, pensé- No se a quien más recurrir en estos casos, creo que tengo un rebrote.
Le reservé turno con el mismo médico, resultado de la consulta: había sanado de la micosis, pero lo que ahora tenía era un HPV (virus del papiloma humano). "Qué lo parió", pensé, "por una letra se salvó del HIV." Del HPV comenzó a tratarse semanalmente con topicaciones.

Luego de un comienzo auspicioso, la infección se volvió irreductible mediante el tratamiento local y luego que una junta médica analizara su caso, se decidió realizarle una postioplastia o sea la ablación del prepucio. El pene de nuestro director quedaría como el del colega Viejo Golanchik, circuncidado.

Antes de continuar, aclaro que, tanto la intervención quirúrgica como las consultas previas fueron realizadas en un nosocomio privado de primerísimo nivel. Sin embargo, luego de la circuncisión, y una vez cicatrizada la herida, aparecieron tanto en el glande como en el tronco nuevas lesiones debidas al HPV, por las que aún está en tratamiento.

Entre una conversación y otra, finalmente terminó sincerándose y me contó que con una de las escorts, con la que tiene una relación casi de amigovios, últimamente había prescindido del uso de preservativos. Me preguntó inocentemente: -¿Le parece que ella me lo habrá contagiado?
-Me parece que debería avisarle de esta situación, porque de haber contraído el HPV a través de ella, estando ella infectada, está en riesgo de padecer en el futuro un cáncer de cuello de útero.

Curado de espanto por tanta enfermedad y para curarlo en salud (¿en salud?) le recomendé que se realice un examen de HIV, lo cual hizo el viernes de la semana pasada.
Ahora está a la espera del resultado.

Esta historia todavía no tiene un final, ni trágico ni feliz. Por ahora, sin otra consecuencia que la forzosa circuncisión. Me pregunto, cuando vuelva a su país, cómo pensará explicarle a su mujer, cuando ésta se de cuenta que le troncharon el dobladillo de la chota. "Querida, cuando estuve en la Argentina, tuve una crisis mística y me convertí a la fe de Moisés y Abraham" ... (???)

Es cierto que nadie le quitará lo bailado, y que actualmente, gracias a los cócteles antivirales, contraer el HIV no es la muerte, ya que el SIDA tiende a convertirse en una enfermedad crónica. Pero, ¿para qué arriesgarse?
Por otra parte hay otras enfermedades de transmisión sexual, cuyo contagio puede prevenirse con una correcta higiene, el uso de profilácticos y adoptando hábitos de sexo seguro.

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