viernes, 27 de mayo de 2011

El Ingenio Popular nunca duerme

Los otros días visitando a un viejo amigo, recordamos algunas cosas de nuestros comienzos como vendedores técnicos, y nos vino a la mente una practica de lo mas frecuente que realizaban los Gateros de la empresa del ovalo.
Una vez, allá por el año 70 o 71, vaya uno a saber con exactitud cuando fue realmente, cuando hacia mis primeras armas como vendedor técnico, me toco visitar a un personaje, en la fábrica del oval, que era un gatero de aquellos.
Como era una de mis primeras visitas a esa planta, ocho y media de la mañana, estaba yo firme como rulo de estatua, en la puerta de la oficina de “José Auto”, llega el personaje, venia de una recorrida por la planta, visiblemente agitado.
Que haces pibe, me dice cordialmente, ¡en que día viniste! ¿Muchos problemas? Le pregunto, y acá siempre es un quilombo, pero bueno veni que vamos a ver como funciona el producto que nos vendiste.
Enfilamos para la planta, nos acercamos a ver como funcionaba el equipo con los insumos que días atrás le había vendido.
A los pocos minutos de estar evaluando los resultados, aparece un tipo, muy prolijo con ropa de laburo, pide disculpas por la interrupción y le muestra una carpeta a “José Auto”
Este empieza a hacer buenos comentarios y a elogiar los atributos de algo, que había en esa carpeta, en eso me llama, diciendo vení, te presento a “José Rifa”, este te rifa cualquier cosa que no puedas vender, eso si se lleva el 30 de lo que se recaude.
Mira, mira, comprate una rifa, como un boludo pregunto, ¿Qué sortean? Vení mira, me insiste, cuando el tipo abre la carpeta, me muestra una foto de una señorita vestida como las vedette de esa época, casi empelotas, con un lomo descomunal.
Habrán visto mi cara de asombro, los dos se entraron a cagar de risa, yo no salía de mi asombro y volví a preguntar ¿Qué es lo que rifan? A la mina papá a la mina, me aclara “José Auto” mientras el otro “José Rifa” me explica con lujo de detalles como era la mano.
La cuestión es que el tipo estaba arreglado con las minas que laburaban en un cabarute que estaba cerca de la estación Carupá, y todos los meses rifaban una salida con una mina distinta. Según me explicaron, si tu numero salía en determinado sorteo de la lotería Nacional, te entregaban una suma de dinero, calculo yo a plata de hoy, 500, o mil mangos, tenias una cena paga en un restaurante de la Panamericana y 2 turnos, pagos en un telo de los que abundan en la zona.
No salía de mi asombro, y le volví a preguntar, ¿alguien compra estas rifas? Me contestaron, mira quedan cuatro números y se sortea el viernes que viene, no lo podía creer, el tipo tenia vendido 996 números, que estimo, a guita de hoy, 10 mangos por numero, en 1000 números, se hacia de diez lucas vendiendo rifas de gatos.
El chabon se quedaba con 3 lucas, ponele que tuvieran dos lucas de gasto, y le quedaban 5 lucas para repartir entre la mina, y el que permitía que se vendan esas rifas en la planta.
Realmente algo sensacional, ¡El ingenio popular nunca duerme!

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